SÁBADO 20 — 21:00 h
SÁBADO 20 — 21:00 h
SÁBADO 20 — 21:00 h
SÁBADO 20 — 21:00 h
SÁBADO 20 — 21:00 h
SÁBADO 20 — 21:00 h
Ana Brenes, cante
Laura Marchal, cante
Pedro Barragán, guitarra
Pati de la Seu del Districte de Nou Barris
Pati de la Seu del Districte de Nou Barris
Pati de la Seu del Districte de Nou Barris
Bel Cante
La flamencología tradicional enmarca los principios del siglo XX como el fin de la llamada Edad de Oro del cante flamenco, fijando el Concurso de Granada de 1922 como punto de inflexión; en el que un nutrido grupo de intelectuales, encabezados por Manuel de Falla y Federico García Lorca, alertan de la peligrosa deriva comercial que estaba tomando el género, que amenazaba con liquidar las más puras esencias de lo que ellos llamaban el Primitivo Canto Andaluz. Contrariamente a lo que pretendieron sus organizadores, el concurso dio un impulso decisivo al género, los años que van a transcurrir desde entonces hasta el inicio de la Guerra Civil van a enmarcar uno de los periodos más prósperos de la historia del flamenco, llenando los teatros más importantes de la geografía española, así como las plazas de toros y los recintos que posibilitaban mayor afluencia de público de la época. El flamenco se convierte entonces en un género mainstream, donde La Niña de los Peines, Vallejo o el Niño Marchena son los héroes más aclamados de la música del momento. El cante entra en ebullición, una nueva generación de artistas con mirada fresca se atreve a recodificar el aparentemente inamovible sistema de palos. Así junto a las soleares, seguiriyas, malagueñas, guajiras y serranas incorporadas por la generación de Silverio en el siglo anterior, van a situarse con la misma importancia las nuevas bulerías y tangos, los fandanguillos y los nuevos llamados estilos de ida y vuelta. La Guerra y sobretodo la larga posguerra va a marcar un punto y aparte en el devenir del género, dando al traste con la incipiente industria del flamenco, creando en artistas y público un estado de shock que tornará ese periodo floreciente en una autopercepción decadente a olvidar y superar. El llamado Renacimiento del Cante, con Antonio Mairena y Ricardo Molina como ideólogos referenciales, va a enmarcar los años 20 y 30 dentro del inicio de la llamada Época de la Ópera Flamenca, con claras connotaciones decadentistas.
Bel cante es una aproximación al repertorio de esos años anteriores al estallido del conflicto civil, del que, si bien la actual afición flamenca consolida en forma de clásicos los nombres de Pastora, Tomás o Caracol, otros como Isabelita de Jerez, Mojama, el Niño Gloria, Centeno, Chaconcito, el Chato de las Ventas o el Corruco de Algeciras quedan para los muy especializados.
Las voces de Ana Brenes, Laura Marchal y la guitarra de Pedro Barragán interpretan una renovada lectura de esa generación, entendiendo que aquellos cantes que maravillaron a un público mayoritario del periodo de entreguerras todavía tienen a día de hoy mucho que decir.