Antonio Gomez El Turry es un buen ejemplo de esta generación que se mueve con paso firme. No se trata de un cantaor, como diría Andrés Raya, de “los que cantan lo que saben” sí no al contrario, “de los que saben lo que cantan”. Tiene una buena voz, afina, modula, tiene querencia por la melodía y en los registros bajos se mueve con soltura, para sacar un cante lleno de matices y muy expresivo.

Tiene dos discos en su haber; “Sentir que sueño” (2019), su debut discográfico que contó con la colaboración de Jorge Pardo, el Piraña, Jeronimo Maya y Jesús del Rosario, entre otros y “Borracho de Arte” (2022), un disco bastante completo hecho con gusto y con un sesgo muy personal donde en doce cortes bien escogidos muestra el potencial que tiene como cantaor; tres bulerías distintas, una soleá apolá que titula “Soleá de Grana” para acordarse de Cobito y el Niño Jun, una vidalita, una farruca y una media granaina no aptas para otras voces y que, en cambio él ejecuta con maestría, dominando el espectro de tonos que requiere el envite.